Todos tenemos nuestros propios demonios, cosas que nos rondan la cabeza y que nos quitan el sueño, cosas aparentemente sin solución o peor aún, que sabemos la solución y no encontramos el momento de hacerlo, a veces no queremos hacerlo y punto, aunque sepamos que es lo correcto, pero es que necesitamos un momento de pausa, donde encontrar un momento de silencio en el ruido perenne de nuestra cabeza, donde imparables e incansables y atronadores motores de pensamiento y emociones trabajan sin cesar, entonces llega… ése momento de cortar por lo sano, cuando lo sano es literalmente quitarse la cabeza, dejar de pensar, coger el problema y enviarlo lejos, para darnos un respiro, porque todos necesitamos desconectar nuestra cabeza de vez en cuando, para después volverla a poner y seguir en la brecha.”

Esta idea me ronda la cabeza desde hace mucho tiempo y la voy re-visitando cada cierto tiempo, saltó de la libreta de bocetos a un primer lino-grabado a dos tintas, después a una pequeña escultura en arcilla que más tarde se convirtió en una serie limitada de 25 piezas, la primera edición del sello valenciano Distòpic Toys, una pieza exclusiva en resina, pintada y customizada a mano donde pude dar rienda suelta a mis habilidades escultóricas y darle vida a esta mujer robot, tan sabia como para desconectar su cabeza.